
LA PAJA EN EL OJO AJENO...
El Municipio y el discurso de siempre: la culpa es del otro. Un gobierno k que exigía una cosa cuando era oposición y hace todo lo contrario cuando es gobierno.
Por Esteban Di Carlo
El lunes pasado en Cadena Nacional, Javier Milei presentó el proyecto nacional 2026.
Según la exposición realizada el 85 % del gasto previsto será destinado a educación, salud y jubilaciones, cuyos incrementos reales rondarán entre el 5 y el 17% en relación al año anterior.
El punto central giró alrededor del equilibrio fiscal, al quien tildó de "innegociable", y en caso que los ingresos disminuyeran por cualquier motivo, las partidas deberían ajustarse a la nueva realidad.
Cabe destacar que el Gobierno no consiguió la aprobación de los presupuestos de los años 2024 y 2025, motivo por el cual prorrogó durante dos años el presupuesto vigente en el año 2023.
Dentro de este contexto, la obra pública que no ocupa un lugar central en esta Administración, alcanzaría el 0.32 % de un PBI estimado en $ 1.033 billones.
La inversión pública el año pasado representó una disminución real del 75,1% interanual en la comparación con el último año de Alberto Fernández. (Pasó del 1,3% del PBI en 2023, al 0,4% en 2024).
La disminución en el porcentaje se debe a dos factores, uno el principal, económico: mantener el equilibrio fiscal, y el segundo, conceptual: siempre la obra pública fue cuna de la corrupción, y los casos "Vialidad" con una Ex presidente condenada y detenida; y "Cuadernos", próximo a juicio oral, son fiel reflejos de tal situación.
Ahora bien, sobre esta situación se expidió el Intendente local, Maximiliano Wesner, criticando la presentación del presupuesto, y manifestando que: "Nos duele que, otra vez, el presupuesto nacional no destine un solo peso a la obra pública", aseguró que "cada peso que falta es un sueño postergado para Olavarría, es menos trabajo, menos producción y más angustia para nuestras familias".
Los dichos y los hechos.
Durante la Segunda Intendencia de Ezequiel Galli, con un año y medio de pandemia mediante, la inversión en obras públicas en Olavarría alcanzó aproximadamente al 14% del presupuesto local; y en promedio en ambos períodos estuvo entre el 12 y el 13% del presupuesto.
En dicho período, la oposición kirchnerista pretendía que tal gasto alcanzara el 20 % del presupuesto.
Tal pretensión dejó de ser tal, cuando asumió el gobierno Maximiliano Wesner en diciembre de 2023.
En el mandato camporista, lo invertido en obras públicas en el 2024 fue de solo el 6%, por debajo de los $ 5.000 millones de pesos; y en el período enero/septiembre del 2025, apenas alcanza un 7%, manteniéndose por debajo de los 6.000 millones de pesos. ($ 5.770.641.545 a hoy). Recordemos que en la apertura de sesiones, Wesner aseguró que iban a invertir 12 mil millones.
Es decir, la pretensión del 20 % siendo oposición, alcanza solo el 6/7 % cuando se es gobierno.
Con una salvedad, mientras el Gobierno Nacional bajó el gasto en obras públicas en post del superávit fiscal, precisamente la Intendencia no se destaca por la prolijidad en sus cuentas.
Olavarría tiene un porcentaje en obras públicas similar a la época de pandemia, pero con un déficit atroz.
En efecto, combo letal: sin obras y con déficit.
Al 31 de agosto de 2025 el déficit financiero de la Municipalidad de Olavarría era de $ 1.764.254.346, con una subejecución del presupuesto de $ 4.603.347.146.
Lejos está el gobierno municipal de sufrir una baja en la recaudación, al contrario, los aumentos de los impuestos son constantes.
Al 14.5 % de aumento en impuestos municipales, se les sumó los aumentos de la coparticipación del 41 % ($ 3.000 millones de pesos por encima de la inflación); de la tasa de alumbrado, barrido y limpieza en un 78%, (2.5 mil millones por encima de la inflación), 74% suba interanual del fondo de infraestructura rural, 34 % más en impuesto a la piedra (1.500 millones por encima de la inflación).
160 % en derechos de construcción ($ 1.300 millones), y 114 % de incrementos en Fondo Educativo ($ 1.300 millones).
Lo que hace un total de más de 10.500 millones por encima de la inflación.
Sin perjuicio de ello, nada parece alcanzar.
Para obtener el rojo furioso, de $ 1500 millones, el Municipio se quedó con dinero de cuentas de fondos ya afectados.
Vale aclarar que estos fondos no pueden ser utilizados para diferentes destinos a los establecidos, de manera que el déficit genuino a fin de este año ascendería a $6.367 millones de pesos aproximadamente.
Dicho de otra manera, los recursos utilizados para destinos distintos, a fin de año deben compensarse, de forma tal que se cuadriplicaría la deuda que se visualiza hasta el momento.
Cabe destacar que el año pasado, ya cerró con un déficit de más de 855 millones de pesos, que quisieron camuflar con la venta de la calle a una cementera, por 2.300 millones de pesos, venta extraordinaria que se produce por única vez y que no oculta el descubierto municipal. Además, se ejecutó apenas 600 millones de esa operación.
En efecto, la composición de altos y nuevos impuestos, con un Municipio endeudado y sin obras públicas, significa un lastre para el contribuyente que no observa que el dinero depositado en las arcas municipales tenga su contraprestación efectiva.
Si a ello se le suma el deterioro importante que existe en el Hospital Municipal, los índices de inseguridad que han conurbanizado a la ciudad, y los arreglos entre bastidores con el sindicalismo, todo resulta cuesta arriba para el olavarriense.
En síntesis, Olavarría presenta una brusca disminución de la obra pública por decisión pura y exclusiva del Intendente Municipal que privilegia otras esferas, y presenta una deuda anual alarmante, por el mal manejo administrativo.
Una combinación peligrosa.
A veces resulta más fácil la crítica que una autoevaluación.